Una carga de animales llega finalmente a Roma desde algún
lejano paraje del oriente.
UN TIGRE A
MANOS DE UNA PRINCESA
El afortunado animal, a quien llama “Botas” fue un regalo del César de
Roma, su padre. Recibido con mucho aprecio por parte de las personas del
palacio.
Después de una
larga trayectoria en barco, dos felinos hermanos arribaron a Roma. Uno de
ellos, cuidado por un joven, es enviado como regalo por parte del César hacia
la princesa Amelia. Su llegada significó una gran sorpresa para la heredera del
Rey, pues nunca en su vida había tenido contacto con un animal salvaje. “Estaba
pensando profundamente en el pozo y regresé a mi hamaca, cuando de pronto viene
una de mis doncellas a avisarme que hay alguien que quiere verme, que me ha
traído un regalo.” –dijo la princesa entusiasmada por su amado felino a quien
llamó Botas. De esta forma ella conoció al animal, quien, a pesar de tenerle
miedo al comienzo, decidió cuidarlo y tratarlo como su mascota real.
Cabe destacar
que para las demás personas del palacio la aparición del tigre significó un
gran peligro. Muchos de ellos le tenían miedo e, incluso, temían por la seguridad
de la princesa. Tanto así, que tomaron unas medidas drásticas, aunque la
princesa Aurelia denegaba algunas. De hecho, el joven cuidador del tigre, Julius,
quien lo traía de visita hacia el palacio, declaró: “La princesa puede
mantenerlo en su jaula, tal como está ahora, pero si quiere dejarlo salir y
jugar con él, tiene que permitir que la protejamos. Ahora no es más que un
cachorrito, pero, igual que un gato, ya es capaz de morder y arañar” –recalcaba
mientras enseñaba sus arañazos rojos y profundos que tenía en el brazo.
Asimismo, el joven señaló lo peligroso que podía ser el animal, sin embargo la
princesa no dejaba de preguntar lo que podía hacer o no con el tigre,
demostrando curiosidad por su nueva posesión.
Lo asombroso
de estos hechos es que la situación del tigre y la princesa es óptima, no
siente temor hacia él y por ahora no ha recibido ningún daño grave. Suelen
jugar constantemente como si no estaría en realidad junto a un tigre. “Y era
muy pequeño. Y muy, muy… ah, ¡no había
palabras para lo que era! Preciosos, encantador, adorable. Fabuloso.”
–describía a Botas la princesa. Estos indicios indicarían que hay una
probabilidad de que toda la seguridad que tenía la princesa al recibir al tigre
sea removida, incluyendo la presciencia de Julius.